RUTH WEBBER
Nació en 1935, en Ostrowiec, Polonia y describe presenciar un castigo brutal en el campo de
Ostrowiec.
SIEGFRIED HALBREICH
Nació en 1909, en Polonia y describe las condiciones y los trabajos forzados en el campo
de Gross-Rosen.
"Durante el día, teníamos que marchar a la cantera de piedra.
Diría que quedaba a unos 20 min. Era un terreno montañoso y ahí nos
hacían trabajar. Teníamos que trabajar en esta cantera y cargar piedras pesadas,
y la gente se moría como moscas. En el camino de regreso, todos teníamos que
llevar una piedra grande sobre los hombros hasta el campo; al llegar a casa —es
decir, a las barracas, al campo— luego del informe, contaban cuántas personas
quedaban o si la cantidad de gente que regresaba era la misma que se había ido.
Decían: “Vuelvan todos al campo, a las barracas, pero que los judíos se
queden”. Y teníamos que continuar construyendo el campo hasta las doce de la
noche. Todo esto sin comer. Cuando volvíamos a las barracas, estábamos tan
cansados que ni siquiera teníamos apetito. Nos dormíamos. Y por la mañana, a
las cinco o seis en punto, otra vez arriba y otra vez lo mismo.
DORIS GREENBERG
Nació en 1930, en Varsovia, Polonia y describe el procedimiento para los recién llegados a Ravensbrueck.
"Cuando íbamos a los baños, realmente esperábamos morir.
Realmente lo esperábamos y pensábamos que probablemente no tardarían más en asesinarnos con
gas. Pues bien, nos sorprendimos mucho cuando salió agua. Y realmente nos
bañamos. Incluso había un jabón gris que parecía piedra pómez, pero un poco más
suave. Pero no había gas. Así que nos bañamos y fuimos hasta el otro extremo
del edificio y nos dieron uniformes rayados. Y entonces comprendí por qué
queríamos tomar el veneno antes de entrar: porque a cada grupo que entraba antes
que nosotros nunca lo veíamos salir, no los reconocíamos. Estaban afeitados y
vestían uniformes rayados. Entonces, cuando nos dieron los uniformes nos dieron tamaños imposibles; a una persona grande le daban uno diminuto, a una persona
diminuta le daban uno grande. Pero salíamos vivos. Y teníamos nuestros números
y un triángulo, y nos asignaban a las barracas. Cuando entramos en las
barracas, en la pared vimos escritura judía: nombres, mensajes, mensajes muy pero muy desgarradores y los nombres
de las personas. "Estuvimos aquí. Somos los últimos. Díganles a los demás
que nos recuerden". Era muy triste.
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