jueves, 10 de marzo de 2016

MENGELE Y LA FAMILIA OVITZ.

El viernes 19 de mayo de 1944 fue un día de suerte para Mengele. En el tren llegó la familia Ovitz, formada por 7 enanos que se dedicaban al mundo del espectáculo.

Ser diferentes les salvó. No podían realizar ningún trabajo, pero eran útiles para los experimentos de Mengele.

La Familia Ovitz procedia de un pueblo hungaro llamado Rozavlea (actualmente pertenece Rumania). Eran judíos religiosos y formaban una troupe que se ganaba la vida actuando en teatros. Alcanzaron una gran fama por sus actuaciones.

Tras su llegada a Auschwitz comenzaron a ser objeto de diferentes experimentos: inyecciones de sustancias en los ojos que les dejaban temporalmente ciegos, extracciones de sangre que les debilitaban, administración intravenosa de sustancias desconocidas, mediciones, radiografías, arrancamiento de pestañas, cejas....

Perla Ovitz nos dice:

“Cada pocos días los médicos nos sacaban sangre. Desde la noche antes no podíamos comer. Era una jeringa muy grande, y era enorme la cantidad de sangre que nos sacaban. Nos quedábamos exhaustos porque ya estábamos muy débiles y hambrientos.  Eso no detenía a Mengele. Él tenía que acostarnos y cuando nos recobrábamos nos sacaban sangre otra vez. Los médicos y las enfermeras eran también prisioneros y no intentaban evitarnos el dolor. Nos pinchaban sin cuidado. A menudo nos sentíamos mareados y vomitábamos mucho. Cuando volvimos al barracón nos derrumbábamos en las literas pero antes de recuperarnos nuevamente éramos llamados para una nueva extracción.
El Dr. Mengele nunca nos pegaba, chillaba o insultaba. Todos sabíamos que él era despiadado y capaz de los comportamientos más sádicos…Pero a pesar de todo cuando iba a nuestra habitación cambiaba de conducta, se calmaba llegando a ser una persona amable. Cuando estaba de buen humor la gente decía: va a ver a los enanos…Era una bestia amable. Nosotros siempre nos preguntábamos como un hombre como él podía haber llegado a ser un nazi… A menudo decía: con vosotros tengo trabajo para 20 años.

No sé qué experimentos médicos concretos hicieron con nosotros…A menudo nos ponían unas gotas en los ojos que nos dejaba ciegos casi todo el día. Nos ponían inyecciones en los oídos y en casi todos los órganos…”


                                     

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